Siempre sentí la música, pero me costó entender bien cómo, unos 15 años. Descubrí a esa edad, en un recital de La Vela Puerca, que lo mío era la percusión. Y ahí arranque este camino con mis primeros Bongo (que todavía tengo 14 años después) comprando y vendiendo instrumentos, escuchando unas y otras cosas y dándole todos los días, aunque sin ningún estudio más que algún otro DVD que me prestaban. Recién en 2012-2013, después de algunas participaciones eventuales, me anime a armar algo propio. Estaba hacia poco viviendo en Mendoza, y un amigo, Leandro López, que cantaba en una banda de cuarteto me dijo que tenía ganas de hacer algo bien hecho y arrancamos con un repertorio entre balada rock y hasta algo melódico, el proyecto duro varios meses, pero poco antes del debut, me fui de viaje. Y este no es un dato menor, ya que mi principal defecto como músico, es que soy nómada. Llegué en 2014 a la ciudad de Olavarría (Bs. As.) donde conocí a Ramiro Hittaller, que cantaba folclore con un estilo propio, y venia de llegar a la final en un programa de televisión. Después de unos meses, me ofreció acompañarlo en un show, esa noche aprendí a tocar folclore con mi Cajón Peruano. De ahí en más, me sume a la banda “Ramiro y Pol”, e hicimos varias presentaciones en el teatro de la ciudad, y con una versión mas chica, tuvimos un par de toques en Capital. Poco después de empezar a grabar el disco, la banda se desarmo, y yo fui a parar a la ciudad de Mar del Plata. En ‘La Feliz’ (finales de 2015), después de unos meses de laburo, conocí a Lucia, una compañera de trabajo con una voz hermosa y un gusto por el folclore que ambos compartíamos. Ella me invito a formar “El Entrevero” junto con su novio y un amigo. Armamos un repertorio de canciones bastante típicas, pero en un estilo muy poco tradicional. Después de un par de toques, Lucia quedo embarazada y se mudó a Capital. Yo, aproveché para volver a huir, esta vez, me fui a Ushuaia, donde me contacto vía Face, el Negro Juanpi. Me llamo de hecho para integrar una banda ya formada con cinco voces, pero no era de mi estilo, después de un par de ensayos le dije en confianza que no era para mí, y entonces me hablo de “Lavate las Manos”. Lavate las Manos, era su propio proyecto, que contaba con él, en guitarra, voz y composición, y Fede Noli en batería. Poco después se sumó Bruno ‘el Chili’, y ultimo yo en las percus. Sonamos mucho y muy bien, pero varios meses después me llego como siempre la hora de partir. En ese mismo periodo, forme parte de “Ushuaia Suena”, un proyecto de Percusión con Señas de Mariano Ponce de León (baterista de Karamelo Santo), al estilo de Santiago Vázquez, creador de “La bomba de tiempo”. Salí de Ushuaia recorriendo las patagonias, argentina y chilena, descubriendo nuevas formas de conectarme con la tierra, madre de los ritmos precusivos del África, hasta que llegué, muy cerca de La Plata, a la ciudad de Punta Indio. ‘Un pedacito de África que quedo de este lado’ me dijo un lugareño, y en efecto, ese poblado tenía sabor negro. Ahi me introduje por ejemplo en berimbao y ritmos brasileros, además de otro montón de África. Lo último que hice, en las tierras Comechingonas de San Luis, conocí los sonidos ancestrales del tambor chamánico, y las vibraciones orientales de los Cuencos Tibetanos. En paralelo, forme una banda de rock-ska acústico "Los Amigos De González" junto con el Ruso Monros en voz y guitarra, y Andy "Él gran Mustafa" en percusión, con la cual me divertí muchísimo haciendo los temas más populares argentinos de casi todos los géneros. Ahora, me encuentro en Capital Federal otra vez, donde desarrollo mi propio proyecto solista de investigación musical de los ritmos subsaharianos del África más negra, y su relación con los sonidos de las Américas bajo el trópico de Cáncer; sus instrumentos y sus sentires. Paralelamente, buscando algún proyecto más normal en el cual colaborar, jaja...
La música para mi es una forma de vivir. Empiezo mi día con una melodía o un ritmo en la cabeza que probablemente llego a mi tras un sueño o un recuerdo. Pienso, siento, esa música trascender de mi mente a mi cuerpo, buscando una salida. A veces la encuentra en un silbido, a veces hasta me hace cantar, pero mayormente encuentra su libertad al pasar de mis manos, a mi cajón peruano. Pero la historia no termina ahí, ella (la música) es un ser caprichoso e indeciso, y como todos, no sabe bien que hacer de su libertad, y al ver mis oídos abiertos y dispuestos, vuelve de prisa a entrar a mi mente.
No sé bien si tengo un sueño musical, los sueños solo me surgen en los aspectos incumplidos de mi personalidad, claro que me falta perfeccionamiento, y mucho, aprendizaje, experiencia; pero todo eso se, que lo estoy viviendo.
Guau, que pregunta. Bueno, antes que nada, decir que esta pregunta, me subestima, a mí y a cualquiera que se le haga, porque realmente sé que puedo, más bien, sé que todos podemos. Pero, obviando la gramática, creo que es inminente una revolución, y que de hecho ya se está gestando. Creo que el principal problema del mundo actual es la violencia, cuyo origen desconozco, aunque probablemente sea el mismo consumismo, y sé que solo hay una manera de combatir la violencia. Contrario a lo que los activistas de mi ciudad creen o parecen creer, la salida, la cura, no es de ninguna manera a través de la violencia, sino a través del respeto extremo.
El titulo no es relevante en este caso, sino más bien el contexto. Si bien de chicos, con mis hermanas escuchábamos mucho María Elena Walsh, fue mi viejo el que compuso la canción que más impacto mi desarrollo infantil, una canción cuasi romántica de amistad entre un niño y su juguete, un muñeco de trapo roto, viejo y sucio, que nos cantaba desde el piano cuando la familia se reunía.
No la lista sería interminable, aunque me reconozco en este tema bastante ignorante, ya que soy el típico al que le preguntas de cualquier banda y te dice que no la conoce, pero al final me van gustando todas las buenas.
Creo que de alguna manera quedo respondida en la primer pregunta pero igual es muy simple responder: Todo.
Libre expresión pura y desde el respeto, ese es mi mensaje, no solo desde la música.
Según los principios de la ciencia de la comunicación, la misma tiene solo cuatro requisitos fundamentales, que son un emisor, mensaje, un medio y un receptor. Por eso cuando alguien escucha mi música, aun si la detesta, yo me siento completo.
La verdad no tengo idea, no soy una persona política, ni siquiera social, vivo en mi mundo, sin noticias, sin tele, sin diarios, ni radio. Pero creo que muchos músicos olvidaron el origen y perdieron la senda, el objetivo de muchos colegas paso a ser cobrar en lugar de comunicar. Como mejora no estoy seguro que debo responder, pero diría que habría que lograr una reconexión de la humanidad con la musicalidad, trascendiendo la comercialidad. Dejar de vender y empezar a escuchar. Lo complicado es el medio para esto, yo creo que mi grano de arena es no hacer música comercial, y contra el productor promedio, y hacer algo que requiera ser escuchado.
Pienso que esta red social es muy productiva y necesaria en el mundo actual en el que la globalización nos aísla. Además, hoy en día el músico y el nerd encuentran mucho en común, y con la muerte de la bohemia es más fácil encontrar un músico en internet que en un café-bar. *Nerd no es peyorativo, lo digo desde el orgullo nerd.
Esta pregunta me resulta bastante contradictoria, no creo en el concepto de “músico frustrado”, si tocas, o sentís música, sos libre e integro, punto.
Supongo que lo principal es un buen productor, que no significa otra cosa que 'gran vendedor', he visto triunfar muchos mediocres solo por un buen apoyo político. La verdad está todo bastante desvirtuado, pero si la música sale desde el alma, no hay forma de errarle.